Descongelar la pulpa del tomate de árbol.
Pelar la cebolla y picarla en trocitos muy finos. Cuanto más finos mejor.
Poner la cebolla picada en un cuenco y llenarlo con el zumo de limón. La cebolla debe quedar bañada en limón. Así, lograremos que la cebolla se suavice y no pique.
Mientras la cebolla reposa, cogemos un plato hondo y vaciaremos ahí el sobre de la pulpa de tomate de árbol.
Como no tenemos ají fresco, lo sustituiremos por pimienta cayena troceada. El picante es un mundo, por lo que las cantidades pueden ser muy variables dependiendo de cada persona. Se puede probar con una cucharadita y ajustar más tarde la cantidad.
Añadimos el ají al tomate de árbol, la sal, y lo removemos todo mezclándolo muy bien.
Una vez que la cebolla ha sido macerada podemos unirla a la mezcla de tomate de árbol. Procuraremos no echar todo el limón, sino una parte.
Removemos muy bien y vamos probando. Si falta acidez, le ponemos más limón, o quizás todo. Si falta sal, le agregamos más.
Finalmente, trocearemos las ramitas de cilantro fresco bien finitas y las agregamos a la salsa, tras lo cual, hay que remover bien.
¡Nada más! Solo tocaría servirla en un recipiente para salsas y acompañar a cualquier comida.